martes, 19 de abril de 2011

Gotas de lluvia

Las gotas de lluvia se agolpan en el cristal, como decenas de burbujas sin estallar de un plástico de embalaje. Algunas comienzan a desplazarse, primero lentamente, luego a más y más velocidad a medida que van arrollando otras gotas por su camino, asimilándolas, dejando un rápido reguero en diagonal, hasta perderse más allá. Pronto otras caerán allí donde estuvieron estas, y todo volverá a empezar. Una y otra vez.

El sonido de la lluvia, repiqueteando en el techo del coche. El ruido del tráfico fuera, mezclado con el sonido de los neumáticos atravesando charcos. Las luces de la ciudad, distorsionadas, reflejadas en esta y aquella gota; a veces invertidas, otras borrosas. Juegos de luces y sombras que recorren la tapicería a medida que las farolas van quedando atrás y son sustituidas por otras. La siguiente farola. Y la siguiente. Y la siguiente.

El momento ideal para dejarse llevar por el abatimiento, la tristeza, los sueños rotos, las oportunidades perdidas. De chocar la cabeza contra el cristal y dejar que las lágrimas afloren, hasta dudar de si son ellas o la lluvia la que esconden el mundo borroso de ahí fuera.

Y sin embargo hoy no es así. Hoy la sonrisa no huye. Si no que se dibuja desafiante y orgullosa. Hoy los recuerdos sencillos y amables se amontonan a borbotones, uno tras otro, como suaves caricias, como tiernas palabras. Hoy la negra noche esta lejos de ser vacía y hostil, si no que reverbera, acogedora, más allá de las dilatadas pupilas que la contemplan, llamándote a su encuentro.

Un suave suspiro y un cuerpo que se encoje contra si mismo, en un gesto de desperazamiento casi mimoso, reflejo de un ánimo relajado, ilusionado y sonriente. Y las gotas, las luces y la lluvia pasan y pasan de largo. Y los ojos brillantes miran más allá de la noche. Y más allá. Y más allá.

jueves, 7 de abril de 2011

Ojos

Techos de paja
Sombras juguetonas en la pared
Un solo de trompeta
Ojos tiernos al amanecer

Leyendas inventadas
Susurros al otro lado del cristal
El insondable azul del cielo
Ojos dulces al atardecer

Carne de cañón
Caminar con cuidado a oscuras
Un inesperado besito en la nuca
Ojos que son sonrisa al anochecer

Ojos cerrados, ojos abiertos
Ojos que cuentan, que leen
Que hablan, que sueñan
Ojos que acompañan al alborecer