jueves, 24 de marzo de 2011

ماه

Ahí está, colgada del cielo. Como siempre. ¿Cuanta gente la estará mirando en este mismo instante? ¿Cuantos ojos dirigidos a ella? ¿De cuantas promesas estará siendo testigo? ¿En cuantos idiomas la estarán nombrando?

Tiene algo de hipnótico contemplarla. Algo de irreal. Cuando es la única luz que te acompaña en una noche oscura y despejada, al margen de las miríadas de estrellas, es difícil no desviar la mirada una y otra vez hacía ella.

Imperturbable y predecible. Con su eterna sonrisa, que se transforma en ojo de gato antes de hincharse en redonda cara picada de viruela. Dibujando paisajes nocturnos con su plateada presencia. Enmarcando recuerdos de noches bañadas por su mirada.

Se observa coqueta en el mar o se esconde tímida en las montañas. A veces se insinúa en la bruma o juega a saludarnos contra azul pálido, cuando aún no ha caído su familiar telón de noche. Si no lucha por asomarse más allá de tupidas nubes, se regocija en su halo blanco de dignidad perpetua, rodeada del negro profundo del abismo, y nos dice: "Aquí estoy, como siempre, atrayendo vuestros ojos, iluminando vuestras noches, desde el primer día en que mirasteis al cielo y os maravillásteis de mi."

Buenas noches Luna.

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