lunes, 7 de marzo de 2011

Esos momentos

Un atardecer, un ocaso. Un sol deformado contra el horizonte. Unas nubes escarlatas, anaranjadas, amarillas. Un cielo de azul degradado. Una brisa tenue con olor a sal. Un mar en calma. El sonido de pequeñas olas rompiendo. Arena fina bajo los pies. Ahora húmeda. El agua lamiendo tobillos y escarbando bajo los talones. Una inspiración profunda. Con sabor a mar. Un largo suspiro.

Unas hojas secas que cubren el suelo. Un canto de suaves chasquidos y crujidos a cada paso. Un manto de naranjas y amarillos, que revolotea nervioso entre las rachas de viento. Una patada de un niño que levanta al aire una lluvia de láminas de otoño. Un olor familiar que se cuela en al ambiente. Recuerdos de niñez. Crepitar de castañas. Una docena. Queman. Soplidos a los dedos.

Un paso de cebra. Gente esperando al semáforo. El sol saliendo tras una nube. Una luz que transforma una esquina. Colores vivos, brillos, sombras. Ojos que se entrecierran. Rostros que se alzan. Sonrisas de invierno. Luz verde. Gente que cruza. Una persona que no lo hace. Quieta. Ojos cerrados, sonrisa plena al sol. Estatua humana: Monumento al rayito de sol. Un sobresalto al abrir los ojos. Una carrera presidida por una sonrisa divertida. De acera a acera. Un pequeño salto para salvar el bordillo. Luz roja. Paso vivo y alegre.

Una mirada que enciende un alma. Una risa tímida. Un leve rubor. Una caída de ojos. Una carcajada nerviosa que libera la tensión. Una sonrisa abierta, sincera y cómplice. Unos ojos brillantes, de pupilas dilatadas, que se buscan y encuentran, y que quedan fijados en la mirada del otro. Un comentario ocurrente. Más risas que se transforman en amplias sonrisas. Respiraciones profundas. Corazones que aceleran. Un roce de pieles. Una caricia. Un beso. Ese beso.

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