miércoles, 15 de diciembre de 2010

La quiero en bandeja de plata

Es insoportable. Me está carcomiendo por dentro a cada segundo que pasa. No dejo de pensar en ello y me va a llevar a la locura. Ha sido así desde el primer momento en que la vi, desde que abrió su pequeña boquita… Esto tiene que acabar. Ya he soportado bastante… Y lo último… ¡¡Ay, lo último!! Eso ha sido el colmo.

Se que me mira cuando no la miro. Se que cuchichea sobre mi. Tiene mi nombre en el acantilado de sus labios cada vez que los mueve, y nunca para nada bueno, sino para empujarme un poquito más hacia el abismo.

Esas miradas que me dirige de soslayo cuando susurra al oído de los demás, van escarbando en la arena bajo mis pies. Me quiere hundir. Me quiere ver claudicar. ¡¡Está obsesionada conmigo!!

Sus ojos rezuman odio, malicia, ¿es que nadie lo ve? Su alma se muestra tras ellos, codiciosa, atestada de rencor, de arrogancia. Esa lengua viperina que no hace más que repetir mentira tras mentira, embaucando a esos pobres diablos que la rodean. ¡Deben despertar! Darse cuenta de que sus palabras no son más que hechizos. Y todos contra mi. ¡¡Todos contra mi!! Siempre están todos contra mi… Pero aprenderán, ¡vaya si aprenderán!… Por el camino difícil, pero lo harán…

Pero esto se va a acabar justo ahora. Ya. En este mismo momento. En este mismo juicio. Ha sido la insubordinación final. ¿Quién se ha creído que es para hablarme así delante de todos mis súbditos? Ahora aprenderá quien es la Reina.

¡¡Guardias!! ¡¡Llevad a la chica esa… Alicia… al patíbulo!!

¡¡¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario