¿Alguna vez has tenido la sensación de ser el protagonista de una película? Una película que no es otra cosa que tu propia vida, claro. ¿Y alguna vez te has sentido interpretando un papel secundario en la película de los demás? ¿O te has encontrado con gente a lo largo de tu vida que parecían sacados de alguna serie televisiva? Sería curioso que todos siguiésemos un guión en la vida; un guión que nos está oculto, pero que nos dirige, y que simplemente interpretamos con cada uno de nuestros actos y palabras. Cómo si fuéramos sujetos de un gigantesco experimento de hipnosis colectiva: cada uno con nuestro papel y nuestras consignas que seguir, aún siendo totalmente inconscientes de las mismas.
No creo que sea así, claro. No estoy negando el libre albedrío. Pero, en el fondo, ¿no se asemeja esto mucho a la realidad? ¿Acaso no somos la suma de nuestros valores, nuestras experiencias, y nuestros sentimientos? Ese es nuestro guión, al que nos aplicamos cada vez que damos un paso o tomamos una decisión en nuestra vida. Esa es nuestra guía, nuestro condicionante, nuestros mandamientos. Y aunque como en cualquier buena película a los actores nos dejan cierto margen para improvisar, procuramos ceñirnos lo mejor posible al papel.
Así que habrá que seguir descubriendo esta película. Vivámosla. ¿Cuantas aventuras aún por descubrir? ¿Cuantos romances, cuantas carcajadas, cuantas sorpresas, cuantos lloros desconsolados? ¿Cuantos nuevos sueños, cuantos instantes que se convertirán en recuerdos inolvidables? ¿Cuantas decepciones y cuantas puñaladas? Tú también, Bruto. Amar significa no tener que decir nunca lo siento. Tócala otra vez, Sam. Houston, tenemos un problema. Que la fuerza te acompañe. ¿Comedia romántica? ¿Acción? ¿Drama? ¿Musical? Supongo que, en cualquier caso, cine de autor.
Luces, cámara y acción.
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