miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nocturna

Escoge a tientas el camino que lleva al calor de las manos que esperan.
Dibuja en la calma de la noche oscura los rasgos que al tiempo te sueñan.
Extraña el silencio del alma tierna que saborea tu presencia.
Calcula los instantes que el tiempo se empeña en encajar en el camino del deseo.
Exhala suspiros de pieles suaves que escapan a los dedos que las buscan en el secreto de una noche larga y lenta, negra y fría.
Enrolla los latidos de un corazón ansioso con las esterillas de las sonrisas que esperan a ser desplegadas, y ata un cabo fuerte de una soga de miles de besos a los bordes de unos labios que, resecos, reclaman ser mojados; y luego, como en el lejano oeste, lanza el lazo, allá, en lo más impenetrable de la oscura penumbra, donde yacen los ojos que iluminan noches y apagan velas.

Esos ojos que ríen, esos ojos que llaman. Ojos como leyes del tiempo de los sueños. Ojos testigos de palabras que no se dicen, que no se piensan, que solo se transmiten de unos ojos a otros en un lenguaje secreto de brillos y pestañas, de párpados lentos y miradas trémulas.

Susurra un nombre inventado y aprieta el rostro, caliente, contra la almohada.
Saca entradas para un teatro de marionetas, de juegos de manos imposibles, de pasos torpes y abrazos que huelen a leña.
Araña la piel que no tocas, y pasea la mirada por las sombras que hacen de doble de los cuentos inconclusos y los susurros de madrugada.
Piensa en sueños lentos y sueña en lentos pensamientos, en tiempos en los que la vida vuela y a la vez va a cámara lenta.
Cuelga de lo alto del árbol de las ilusiones un sentido adorno de intrincados encajes e infinitos brillos y colores; y míralo mientras se hace de noche, mientras la noche llega y pasa, y mientras el alba florece.

Y descúbrete ante una nueva mañana, tras una noche hecha sueño, y un sueño hecho día.

4 comentarios:

  1. A veces, no siempre, las lunas negras resplandecen tanto como los soles y en el albor de su calidez los sueños se mecen soñando que son sueño, que son vida.
    Claro que si llueve es mejor aprovechar el tiempo como tú con una buena “nocturna”.

    Buen día Mister Guadiana

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  2. Si llueve cualquier plan es bueno, mientras no sea mojarse, jejeje. Aunque bien pensado... a veces la lluvia no sienta nada mal, hum...

    Gracias por pasarte a comentar. ;-)

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  3. No son necesarias las gracias por comentar. Casi nada de lo que uno lee nos suele dejar indiferentes, para bien o para mal siempre encontramos algo entre las letras de otros que nos empuja a dejar una mínima huella. Eso siempre es y será un estímulo para el que escribe. ;)

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  4. Pero bueno... ¿No voy a poder agradecerte que escribas un comentario en mi propio blog? Jajajaja. Que sí, mujer, que me hace mucha ilusión que haya gente que entre a este humilde cajón de sastre de mis desparrames mentales varios; y ya si encima se animan a comentar pues más feliz que una perdiz.

    Así que gracias de nuevo. ;-)

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