domingo, 4 de diciembre de 2011

M.A.D.R.E.

-Pero eso no puede ser, siempre habrá un número más grande, no puede haber un último número…           

-Madre dice que sí.

-¿Y qué número es?

-Buf… es tan ridículamente alto que nos sería imposible pronunciarlo. Ni siquiera podríamos mirar todas sus cifras. Tardaríamos un número absurdamente largo de vidas, una tras otra, leyendo un interminable papel lleno de guarismos para llegar al último dígito de él. Pero sí, existe. Madre lo ha encontrado. Es el último número.

-¿Te das cuenta de la tontería que estás diciendo? Tiene que ser un error de programación de Madre. ¡¡No puede haber un último número!! ¡¡Los números son infinitos!! Ese número, sea cual sea, más una unidad, será un número más grande que sí mismo. ¡Es de lógica! ¡No puede ser de otra forma!

-Madre no puede cometer errores, lo sabes. Y si Madre dice que es así…

-¡Pues Madre se equivoca!

-Ya… Entiendo que te cueste aceptarlo, pero sabes que Madre nunca se equivocaría. Tú, mejor que nadie, deberías saberlo.

-Madre no puede fallar, sí, lo sé… Pero a ver, ¡es que es absurdo! Igual estamos interpretando mal lo que dice. No puede ser cierto. Será eso, un problema de interpretación. Sí…

-No, no hay ningún problema de interpretación. Hemos sido extremadamente cuidadosos con las preguntas que le he hemos hecho a Madre. Las hemos reformulado de muchísimas formas para asegurarnos de que la respuesta era la que era. Y es esa, sin duda es esa. Uno de los hilos de procesamiento de Madre ha estado calculando hasta donde llega el infinito desde el mismo momento en que fue puesta en marcha. Y lo ha encontrado.

-Es ridículo…

-Pero es cierto.

-¡Es que no puede serlo! ¿No lo entiendes? ¡No tiene ningún sentido! ¡No es lógico!

-Te empiezas a repetir…

-¡¿Pero cómo puedes estar tan tranquilo?! Esto tira por los suelos milenios de pensamiento racional. Nuestras matemáticas, nuestra física… ¡¡nuestro mundo está basado en axiomas que dan por sentado eso, que siempre habrá un número más grande!! ¡Eso es el infinito! Y ahora me dices que el infinito… ¡es finito! ¡¡Y te quedas tan pancho!!

-A ver, es cuestión de asumirlo. Estábamos equivocados. Punto. Ahora toca pensar en que influye todo esto a nuestro mundo, a nuestra ciencia, a nuestra tecnología… Una vez te das cuenta de que es así y ya está, que no hay vuelta de hoja, pues solo queda ponerse a investigar, para entenderlo, y…

-¡¡Qué me estás contando!! ¡Asumirlo…! ¡¡Me niego a asumirlo!! Es como si te dijeran que…, no sé…, “oye, mira, que estás muerto, ¿vale?, esto que crees estar viviendo, tu vida, no es más que una fantasía de una persona ajena, no eres más que un sueño”. Joder, ¡¡es que hasta eso me costaría menos asumirlo!! ¿Sabes de qué estamos hablando?

-No es para tanto… no te pongas así…

-¿Me dice que no me ponga así? Tócate los…

-A ver, es un número tan absurdamente gigantesco, tan increíblemente enorme, que jamás podríamos concebir un número mayor. Sigue siendo tan inabarcable como lo era antes nuestro “infinito clásico”; de hecho sigue siendo nuestro "infinito clásico", es simplemente que…

-¡¡Pero es que no tiene sentido!! ¿Cómo puede saber Madre que es el último número? ¿Cómo puede saber que no hay nada más grande? ¿Por qué, al sumarle una unidad, por ejemplo, no obtiene un número mayor aun? ¿Se lo habéis preguntado?

-Pues claro, hombre… Dice que es absurdo sumarle nada a algo que ya lo es todo. Que ese algo que le sumas ya está sumado, que ya lo contiene. Ya, ya sé lo que me vas a contar, que las matemáticas son abstracciones y que no puede existir un todo; y que si existiera, a ese todo le podríamos sumar otro todo si nos diese la gana; y que si el último dígito de ese número es un dos, si lo cambiamos por un tres sería un número mayor; pero Madre dice…

-¡¡Madre dice tonterías!!

-Joer, chico. Si Madre lo dice es porque es así. Tú mismo lo dijiste cuando la presentamos. “Madre no se puede equivocar nunca. Por eso la llamamos así, Madre.”

-Pero… joder… esto no tiene sentido… parece una pesadilla…

-Es una barrera más… Un pensamiento prefijado, una creencia, que ha caído. Como tantas otras en el pasado. Como cuando nos dimos cuenta de que el universo no giraba alrededor de la tierra. O cuando topamos con la mecánica cuántica. O cuando encontramos lo que se escondía dentro de aquellas partículas diminutas con las que jugaban los físicos en el siglo XXI…

-No, no es lo mismo. Esto lo cambia todo. ¿No te das cuenta?

-A ver, aquello también lo cambió todo…

-Ya, pero esto es distinto. Nosotros creamos a Madre. La creamos con una física y una ingeniería en la que existen los infinitos. ¡¡Usamos la fórmula de Mannen, por el amor de Díos!! Ya me dirás que sentido tiene todo lo que hicimos, los cálculos, los algoritmos, si no existe el infinito. Madre no debería funcionar si no existiera. Esto es una paradoja en toda regla.

-Pero Madre ha acertado siempre…

-Y el infinito también había “funcionado” siempre. Hasta hoy.

-¿Qué me quieres decir con eso?

-…Nada. No sé. Que me duele horriblemente la cabeza…

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