miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sueños de vía estrecha

El soniquete del tren trastabillando sobre las vías. Si le preguntasen por su canción favorita, diría que es esa. Ese runrún que acurruca y mece y vibra a partes iguales. Le encantan los trenes, claro. Sentarse embelesado ante un paisaje que corre veloz frente a él, que se escapa por segundos de su vista en una continua carrera por atrapar el horizonte. Las largas conversaciones que convierten a los desconocidos de compartimento en compañeros de viaje. El pasillo, recorrido con paso torpe de bebé camino del coche restaurante, con todas esas puertas a un lado llenas de deseos por alcanzar un destino común.

Él disfruta de los viajes largos. De aquellos que dan para acabarse el libro y obligan a rebuscar en el equipaje en busca del siguiente. De esos en los que las cabezadas que vence el sueño se convierten en agradables episodios que repiten sensaciones de lejanos paseos en cochecitos de niño ya olvidados. En los que da tiempo a contar tu vida, tus sueños, tus ilusiones, a ese simpático extraño que acabará convirtiéndose en uno de tus mejores amigos. Esos viajes que dan paso a un intercambio de miradas entre dos desconocidos sobre sendos cafés que amenazan con derramarse de las tazas tras el último traqueteo, y que pone la semilla para uno de esos besos de “hasta pronto” que nadie quiere terminar entre dos enamorados en la estación de destino.

Y ahora, mientras tamborilea con sus dedos sobre la mesa al ritmo creciente que imprime la pequeña locomotora del tren que arranca su viaje camino de la siguiente estación, los recuerdos le asaltan. Y sonríe, y se entristece, y niega con la cabeza, y suspira, mientras el tren tartamudea una vez más su característico murmullo, desplazándose cada vez más deprisa bajo la catenaria. “Alguna vez viajaré en un tren a vapor”, se dice siempre en esos momentos melancólicos. El diminuto tren recorre las vías frente a sus ojos, cruza el pequeño puente de madera y atraviesa el corto túnel. Lentamente baja la velocidad del convoy y deja que se detenga en la otra estación, al otro lado de la mesa. “Fin del trayecto”, piensa. Se acabaron los sueños por hoy.

Poco después la habitación queda a oscuras, la maqueta tapada bajo una fina sábana. Los sueños de vía estrecha volverán a salir mañana. Puntuales, como siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario