De verdad que me aburres. Profundamente. Siento ser tan directo, pero creo que es lo mejor. No nos andemos con medias tintas: aburres. Como una ostra. Eres soso como tu solo, cansino, repetitivo, adusto, seco, pesado. Lo tienes todo, eres el perfecto arquetipo de persona aburrida. Quien te dice que te soporta lo hace por lástima o por interés, pero todos mienten. Y lo peor es que seguro que lo sabes. Seguro que eres consciente de todo. Pero o no te importa o te compensa, porque desde que te conozco siempre has sido igual. Qué horror. Qué desesperante es estar contigo. Qué sensación de perder el tiempo más profunda instalas en los demás. Eres como una eterna carta de ajuste, con ese pitido silbante tan incómodo de fondo. Eres una auténtica cruz de persona. Tenía que decírtelo.
Y no, no me mires con esa cara de alucinado, de haber visto a un fantasma, que no me engañas. Que todo esto lo sabías. Que vale, es un poco raro que un gato te hable, y más para decirte esto, pero tampoco es para tanto… Es que no podía aguantármelo más, que quieres que te diga: o lo suelto o reviento. Por cierto, ¿me has cambiado la arena? Es que encima eres vago, ¿eh? Qué suerte la mía, uf…
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