Creo en ti. En tu estúpida actitud hacia la vida. En tus prejuicios infundados y en cada uno de tus miedos e inseguridades que te hacen comportarte como un energúmenos antisocial. Creo en tu soberbia arrogancia cuando te crees en poder de la verdad absoluta, así como creo en la inmensa vergüenza que te devora por dentro cuando finges seguir sosteniendo argumentos que has descubierto falsables. Sin olvidar tus cansinas quejas por todo, tus continuos desprecios, tu irresponsable incapacidad para pensar en el futuro, tu cabezonería, tu hipocresía, tu tendencia al odio fácil y desaforado, tu grosería, tu falsa suficiencia, tu egoísmo y tu agotadora tendencia a inmiscuirte en la vida de los demás. En todo ello creo.
Este es mi credo. Un credo plagado de oscuros y repulsivos habitantes que te moran y empequeñecen como ser humano, como ser amado, como ser amable.
Por todo ello creo en ti, ¡idiota! Así que espabila y quítame argumentos para seguir haciéndolo. A ver si así, de una vez, conseguimos que seas tú quien crea en ti.
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