jueves, 8 de septiembre de 2011

Madrugada


No sé que tienen esos párpados, es algo magnético. Se ven tan delicados, con ese par de hileras de pestañas hechas una... Sé que esconden tus ojos, quizá sea eso. Esos ojos donde es un placer perderse, donde la mirada se torna en un contacto íntimo de palabras que sobran y nudos que se hacen y se deshacen a una velocidad de vértigo. Pero son algo más que tus pupilas brillantes, ocultas bajo los pliegues del sueño, las que me tienen aquí despierto, a tu lado, mirándote.

¿Qué mundo de fantasía estarás recorriendo ahora mismo? Cómo me gustaría colarme en tu sueño, y quedarme atrapado en esa historia plácida y sosegada, acompasando el suave susurro de tu respiración. Tengo que contenerme, para no dejarme arrastrar en el deseo de juguetear con ese mechón de pelo desordenado que resbala por tu mejilla, para no perder las yemas de mis dedos en una melena de caricias pausadas e interminables. No querría robarte ahora este instante de paz serena. Aún no.

Baño tu piel en mi mirada lenta y anhelante, y siento como un hormigueo de placer anticipa tu tacto en mis dedos. Noto mi corazón latiendo con cadencia y vigor en el silencio de sombras que nos envuelve, y muerdo en mis labios el deseo de arrancarte del sueño y de traer tu delicada conciencia a mi lado. Y entonces, como por arte de magia, ocurre.

Veo como tus ojos bailan un instante bajo tus párpados que, justo un momento después, se despegan temblorosos en lentos guiños. Un "eyyy" somnoliento escapa de unos labios secos que humedeces en un sensual e inconsciente gesto. Y una sonrisa, tan dulce como un bello recuerdo de infancia, acude al rostro que clava ahora en mí una mirada de cómplice ternura. Y entonces soy consciente de mi propia sonrisa, esa que he tenido dibujada por largos minutos bajo estos ojos que te contemplan, maravillados de la suerte de estar a tu lado. Por fin mis manos se sienten libres de acariciar las finas líneas de tu rostro y hundirse en tu cabello. Y un suave abrazo acorta las distancias para que simples palabras, que palidecen frente a las sensaciones que las provocan, derramen su ternura en tus oídos.

Pero eso, y lo que tus ojos resplandecientes me contestan en el más adorable de los parpadeos, queda solo entre tú y yo.

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