domingo, 4 de septiembre de 2011

¡Pasajeros, a bordo!

¿No es genial viajar? Viajar es vivir una aventura. Es escapar de tu marco referencial, de tu presente continuo. Cualquier viaje es algo nuevo porque, a diferencia de nuestro día a día, no solo cambia el cuándo: también cambia el dónde y, a menudo, el quién, el cómo y el porqué. Y somos seres que se alimentan en buena medida de la novedad, de la experimentación, de la sensación de aprovechar nuestro tiempo; esos granitos de arena que nos regalaron nuestros padres y que se corresponden a cada una de las risas, llantos, amores, canciones, sueños y miradas que han tocado nuestras vidas y las que aún están por llegar. Ojalá tarde mucho en vaciarse el bulbo superior de nuestro reloj de arena.

¿No es genial viajar? Es fantástico mirarlo todo con los ojos nuevos y limpios con los que los niños van descubriendo el mundo por primera vez. Cruzarse con gente cuya vida puede haber recorrido un camino totalmente perpendicular al tuyo (o un camino sorprendentemente paralelo, quién sabe) e intercambiar una mirada curiosa y una sonrisa amable, esos rasgos que llevamos dibujados en la cara aquellos que adoramos viajar, bien cuando estamos en tierra extraña, bien cuando nos sorprende un acento o una lengua extranjera en nuestra casa. Y, por un instante, tu vida y la de ese desconocido se cruzan. ¿No es algo extraordinario? ¿No se te hace curioso estar asistiendo como figurante, como secundario de lujo o como simple extra de reparto en la vida de tantos desconocidos a cada momento que pasas allende tus tierras? Una mayoría de gente con la que, probablemente, nunca te volverás a cruzar. ¡Jamás! Quizá con algunos pocos de ellos sí, aunque seguramente no les reconocerás. Y luego están los casos deliciosos, que algunos tienen la gracia y el gusto de buscar y encontrar con facilidad, de personas que conoces lejos de casa y que, en cambio, acabas manteniendo muy dentro de ti para siempre.

¿No es genial viajar? Conocer, aprender, explorar, deambular, conversar, sorprenderse, disfrutar... Escuchar, ver, oler, saborear y sentir. Sentir que cada segundo, cada latido de corazón, cada voz, cada bocado y cada paso son nuevas notas a añadir en la partitura de historias que tejen lo que somos. Y no unas notas cualesquiera, no. Son notas nuevas, deliciosas o amargas, disonantes o armoniosas, acordes con los que jamas habíamos pensado, arpegios que nunca antes soñamos. Y así, el tejido de nuestros días se llena de nuevos matices, paisajes, palabras, gestos, anécdotas... nuevas y brillantes lentejuelas de mil y un colores que ya forman parte de nosotros.

¿No es genial viajar? Caminar por caminar, despacio, con los sentidos bien despiertos. Disfrutar de nuevos sabores que cualquier otro día matizarán nuestra percepción de algún plato. Descubrir olores que anclarás el resto de tu vida al recuerdo de ese lugar, de ese instante. Escuchar el soniquete con el que se identifican los locales, gozar de la riqueza de una cultura distinta que vive en unas palabras, un aliento, una música y unas costumbres propias, singulares. ¿Y el descubrir con tus ojos, con tus manos, lo que construyeron sus padres y los padres de sus padres? ¿Y encontrarte con lo que están construyendo ahora mismo, con sus sueños, su pericia, su experiencia y su alma como principales herramientas? ¿Y qué hay de ese entorno espectacular, único, en el que viven sus vidas?

¿No es genial viajar? En el fondo, eso es la vida: un viaje. Lleno de descubrimientos, de momentos más o menos afortunados, de sueños y desilusiones, de chaparrones de tarde de otoño y de brillantes mañanas de primavera. Vivir es viajar, y viajar es estupendo. Basta con acordarte del paraguas antes de salir de casa, sonreír y ser educado con la gente que se cruza en tu camino, y tratar de aprovechar cada minuto del viaje al máximo, pese a cualquier contratiempo con el que nos topemos (algo inevitable en cualquier viaje, ¿no es verdad?).

¿No es genial viajar? No tengamos prisa en volver a casa. Ahora toca vivir esta experiencia, y aprovecharla, sentirla con cada fibra de nuestro ser.

¡Subamos al tren, que ya va a salir!

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