jueves, 22 de septiembre de 2011

Final alternativo

El lobo sopló, sopló y sopló. Sopló con todas sus fuerzas. Pero a diferencia de la casita de paja y de la casita de madera, la casita de ladrillo resistía a su huracanado aliento.

Pero él sopló con más fuerza aún. Tanto sopló que se hernió gravemente (no sabéis lo graves que pueden ser las hernias en los cánidos de los cuentos, ¡es terrible!). Dio un grito de pánico y de dolor ante aquel hecho, y se dobló contra si mismo cayendo al suelo. Los tres cerditos se apiadaron de él y llamaron al 112, y la ambulancia naranja de los cuentos acudió rauda y veloz para llevar al lobo al hospital, donde fue intervenido de urgencia.

La operación fue bien, pero el doctor alce le advirtió que sus aventuras llenas de soplidos se habían acabado. De hecho le puso a dieta: nada de derivados del cerdo. A partir de ahora solo carne magra, y mucha fibra. Eso de intentar devorar cerditos de tres en tres se había terminado.

Por cierto, el ayuntamiento de cuentolandia sancionó ejemplarmente a los tres cerditos por construcción ilegal en terreno rústico, además de obligar a pagarles el derribo, recogida y transporte de todos los deshechos de sus construcciones, amén de la recuperación del terreno a su aspecto original. El montante de la multa fue tan exorbitante que ahora están en la ruina. Y lisiados. Tuvieron que amputarse varios de sus jamones para venderlos al mejor postor y poder pagar las deudas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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