Un par de ojos marrones y limpios, vacíos de nada que no sea el deseo de sentirse atendido y querido. Una sonrisa divertida e imborrable, irresistiblemente capaz de arrancar sonrisas igual de francas y gestos cariñosos en todo el mundo cuando se la encuentra. Un pequeño cuerpo que va aprendiendo a controlar poco a poco, que se divierte sacudiéndolo en juegos y bailes. Un pelo corto y encrespado, que se enrolla sobre si mismo en minúsculos tirabuzones, como pequeños bracitos que se aferran a los dedos que pasan por él.
¿Cuánto puede aprender de nosotros un niño? ¡Qué infinidad de cosas vamos aprendiendo a medida que crecemos, que vivimos!, ¿verdad? Y sin embargo, cuanto tenemos que aprender de unos grandes ojos que te miran sin prejuicios, atrevidos, juguetones; ojos que cantan a voz en grito y que bailan dejando que el ritmo les invada hasta desbordarlos. "Riámonos, juguemos, disfrutemos, demostrémonos cariño abierta, espontánea e intensamente. Aprendamos cosas. Vivamos cosas. Dejémonos llevar".
Muchas gracias por ese ratito, enano. Gracias por darme una lección tan valiosa sin proponértelo siquiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario