No sé quien te crees que eres. Quiero que salgas de mi vida, y lo sabes. Estoy más que harto de ti, de tus miradas de superioridad, de tus gestos de condescendencia. Me da asco como tratas a la gente, eres repugnante, venenoso. Estoy cansado de soportarte, de aguantarte, de dar la cara por ti, de que sea yo siempre el que paga tus salidas de tono y tus impertinencias. No sé de donde sacas el valor para ser tan rematadamente gilipollas. No tienes vergüenza, eso está claro. Pero yo sí la tengo. Y estoy cansado de que me miren, me señalen y cuchicheen de mí por tu culpa. No voy a enumerarte todos los problemas que has causado en mi vida, todas las relaciones que se han torcido por tu culpa, todo el daño que me has hecho... porque no acabaríamos. Lárgate de una vez. Vete, y no vuelvas. Desaparece.
Lo peor de todo es que no sé si ni siquiera me estas escuchando. Esa sonrisa indolente en tu cara... ¿es que te hace gracia? No me extrañaría nada, conociéndote... Eres la persona más despreciable y ruin que conozco. Y lo sabes. Y no sé si te da igual o si incluso lo disfrutas. Deja de torturarme, por favor. Aquí nunca has sido bienvenido, pero es que ahora lo que quiero, lo que necesito, es que te esfumes, que te conviertas en un simple mal recuerdo.
Pero si no te vas a ir, que entiendo que no tienes la menor intención... al menos deja de mirarme con esa cara de ridícula felicidad victoriosa. Uf, no puedo soportar mirarte a la cara un minuto más. Cómo odio mirarme al espejo...
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