Estamos rodeados. Es el fin. Os he reunido con urgencia porque necesitaba que conocierais cual era nuestra situación. Y la situación es esta: nos han vencido. No hay nada que podamos hacer. En cuestión de minutos acabarán con nosotros. Han tomado las posiciones clave: aquí, aquí y aquí. Con eso, y con las zonas que ya controlaban… no hay escapatoria posible. Se acabo, nos tienen. En cuanto empiece su asalto final acabarán con nosotros.
Esta será nuestra última reunión. Habéis sido unos oficiales ejemplares. Habéis enardecido a vuestros hombres, habéis hecho que sacaran lo mejor de sí mismos. Estoy orgulloso de vosotros, de ellos, de todos. Todos habéis sabido dar lo mejor de vosotros mismos en este día tan aciago. Volvería a contar con todos y cada uno de estos hombres, valientes, que hoy sé que se sacrificarán conmigo. Porque es lo que os quiero pedir: no nos rindamos. ¡Luchemos! Si este es nuestro fin, que no sea en vano. Salgamos ahí fuera, saltemos de nuestras posiciones y ataquemos las del enemigo. Lancémonos en una última carga final y acabemos esta guerra con nuestras armas en las manos. Que todo termine como comenzó: con un grito en nuestros pulmones, un enemigo en nuestro punto de mira y un corazón henchido de orgullo en la defensa de por lo que lucha: ¡nuestro barrio!
Así que reunid a vuestros hombres y cargad con todos los globos de agua que estén listos. No dejaremos que todos esos idiotas del barrio Bajo se vayan a casa secos. Hoy nos empaparán a todos nosotros, pero no seremos los únicos. ¡A la carga! ¡Viva el barrio de San Miguel! ¡Al carajo el Bajo!
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