Mañana seré rey. ¿Por qué no? Voy a ser rey de todo lo que me rodea. Allá donde alcance la vista en un día claro, todo lo que se ve justo desde este punto, ese será mi reino. Esta playa, este mar… todo, todo me pertenecerá. Será mio. Y haré y desharé a mi gusto. No sé si ser un rey despótico o magnánimo… ¿Qué pensarán mis subditos? Jajaja. Seguro que no dicen mucho, no es que sean muy habladores…
El rey. Ese seré yo. Sí señor. ¿Me podría hacer una corona? Y un cetro. Y un trono. Y promulgaré leyes, bajo mi sello real, que todos deberán acatar. Y todos los días, cuando el sol esté en lo más alto, abriré audiencia a mis fieles. Y podrán contarme sus quejas y sus problemas. Y yo impartiré justicia y daré ordenes. Y ellos pasarán por el besamanos loando mi buen juicio. Aunque, no nos engañemos, lo más problable es que no acuda nadie, claro.
¿Pero que más da? Lo importante es que seré rey. A partir de mañana, decidido: rey. ¡Nunca pensé que podría ser! ¿No es fantástico? Nadie me lo podrá impedir. En cuanto amanezca, se celebrará la autocoronación. Un rey naúfrago y completamente solo, en una isla desierta. Pero seré rey.
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